En la antigüedad muy pocas mujeres tenían acceso a la educación, tan solo las que pertenecían a la aristocracia tenían este privilegio, esto se debe que desde el patriarcado se le ha asignado a las mujeres todo lo referente a la reproducción, la maternidad, la ternura, la delicadeza y lo que esté limitado al ámbito doméstico, porque realmente es en “esa esfera donde ella ha desarrollado las habilidades para desempeñarse” (Reinoso, 2008), siendo incapaces según determinadas concepciones, de poder realizar aportes como en el campo de las ciencias. Aun así existieron mujeres que lograron sobresalir pero no obtuvieron el reconocimientos por parte de la sociedad en general (Aupec, 1998) una de las razones a que se debía este hecho era que durante siglos las mujeres no podían poseer propiedades, por lo que quienes patentaban y obtenían beneficios de los inventos de muchas mujeres eran sus esposos, padres o parientes.
Es de esperarse que en una sociedad que excluye a la mujer lo hiciera en la mayoría de sus campos como la ciencia. Tradicionalmente se considera la ciencia (a pesar del cambio pensamiento hacia ella) como objetiva, neutrales y libre de valores: es decir “factores externos” como el genero no tienen cabida en ellas (Barral, 1999), en la ciencia existen sesgos sexistas, hay áreas científicas y tecnológicas que no son ajenas a los ideales culturales de masculinidad.
En la semioscuridad de un laboratorio casero, en la soledad de unas investigaciones clandestinas, en el anonimato de un seudónimo masculino o a la sombra del éxito de sus propios colegas varones. La historia de las primeras mujeres que dedicaron su vida y su intelecto a las investigaciones científicas no está exenta de ninguno de estos componentes, en ocasiones se dieron todos a la vez.
Muchos de sus estudios y descubrimientos han llegado a nuestros días con nombres y apellidos como Ada Lovelace, Grace Hopper o Marie Curie, otras son célebres exclusivamente en sus campos de investigación aunque de sus hallazgos todo el mundo tiene conocimiento. La estructura de doble hélice del ADN; los genes ‘saltarines’ capaces de saltar entre diferentes cromosomas, los chips microelectrónicos o los procesadores de textos son solo algunos ejemplos.
La Historia está llena de heroínas anónimas. Este 8 de marzo, Día de la Mujer, traemos algunas de las que, desde ese anonimato infame, dejaron su huella en la historia de la ciencia y la tecnología.
Hipatia de Alejandría
Nació en el año 370, en Alejandría (Egipto), y falleció en el 416, cuando sus trabajos en filosofía, física y astronomía fueron considerados como una herejía por un amplio grupo de cristianos, quienes la asesinaron brutalmente.
Marie Sophie Germain
Amalie Emmy Noether
Falleció en EEUU, después de ser sometida a una cirugía uterina. Albert Einstein fue el autor de su nota necrológica: “La más grande, significativa y creativa genio matemático producida en la historia del desarrollo educativo de las mujeres”.
Lise Meitner
Susan Jocelyn Bell Burnell
Bell tenía claro el lugar desde el que hablaba e investigaba: “Una de las cosas que las mujeres aportan a un proyecto de investigación, o de hecho cualquier proyecto, es que vienen de un lugar diferente, tienen un trasfondo diferente. La ciencia ha sido nombrada, desarrollada, interpretada por hombres blancos desde hace décadas, pero las mujeres pueden ver la sabiduría convencional desde un ángulo ligeramente diferente”.
Barbara McClintock
Nacida en EEUU en 1902, esta genetista sí fue reconocida con un premio Nobel de Fisiología y Medicinapor sus increíbles hallazgos sobre los genes saltarines. Pero tuvieron que pasar 30 años desde que enunció su avanzada teoría hasta que se lo otorgaron. Hoy, el hecho de que los genes sean capaces de saltar entre diferentes cromosomas es un concepto esencial en genética y es imprescindible para la comprensión de los procesos hereditarios. « Nunca pensé en parar, y odiabadormir. No puedo imaginar tener una vida mejor».
Rosalind Elsie Franklin
Las mujeres tecnólogas
Los avances posteriores en tecnología no se entienden sin las investigaciones científicas que se realizaron previamente en campos como las matemáticas o la ingeniería. Muchas de las que luego dedicaron su ingenio a la tecnología como Hedy Lamarr o Joan Clarke, provenían de dichos campos.
La historia de la computación ha ocultado durante años a la mujeres que estuvieron detrás con su trabajo y entrega. Como el caso paradigmático de las mujeres del ENIAC. Un trabajo que realizaron en los años 40 pero que hasta 1986 fue invisible. Kathryn Kleiman las descubrió y las dio conocer al realizar una investigación en Hardvard sobre el papel de las mujeres en la computación. En la descripción del puesto de trabajo de estas mujeres se indicaba que para realizar esta labor era necesario «esfuerzo, creatividad mental, espíritu innovador y un alto grado de paciencia ya que el ENIAC no tenía manual de programación».
Las mujeres que hoy en día se dedican a la computación son herederas del trabajo que sus antecesoras hicieron.
Lynn Conway
Lynn Conway es transexual y lo reivindica públicamente. De hecho, fue una de las primeras mujeres transexuales en recibir una terapia de sustitución hormonal y una reasignación quirúrgica. Poco antes de someterse a la cirugía para la reasignación de género en 1968, Lynn fue despedida de IBM donde trabajaba a causa de su transexualidad, perdiendo así el trabajo que había realizado para ellos.
Frances E. Allen
Investigadora de IBM, pionera en el campo de la automatización de tareas paralelas y optimización de compiladores (programas que traducen un programa escrito en un lenguaje de programación a otro) fue nombrada miembro de honor de IBM convirtiéndose en la primera mujes en lograr dicho reconocimiento. Su trabajo ha contribuido a los avances de los ordenadores de altas prestaciones para resolver problemas como la predicción del tiempo, la secuenciación del ADN, y las funciones de seguridad nacional.
El nacimiento intelectual de la Revolución científica impulsó a examinar y descubrir el universo y de sus fuerzas, la naturaleza del cuerpo humano y de sus funciones. Los hombres utilizaban telescopios y rechazaban la tradicional insistencia sobre la superficie lisa de la luna. Galileo, Leibniz y Newton estudiaron e hicieron gráficos de los movimientos de los planetas, descubrieron la gravedad y la autentica relación entre la tierra y el sol. Fallopio disecciono el cuerpo humano, Harvey descubrió la circulación de la sangre, y Leeuvenhoek descubrió espermatozoides en su microscopio.
Para las mujeres, sin embargo no hubo Revolución científica. Cuando los varones estudiaban la anatomía femenina, cuando hablaban de los órganos reproductores de la mujer, del papel de esta en la procreación, dejaban de ser científicos. Sus conclusiones sobre las mujeres estaban gobernadas por la tradición y la imaginación, no por la observación científica. Los escritos de autores clásicos como Aristóteles y Galeno siguieron teniendo la misma autoridad que cuando fueron escritos, mucho después de que se hubieran dejado de considerar en otras áreas. Los hombres hablaban en nombre de la nueva ciencia, pero sus palabras procedían de la antigua misoginia. En nombre de la ciencia dieron una supuesta base fisiología a las ideas tradicionales sobre la naturaleza, la función y el papel de la mujer. La ciencia reafirmaba lo que los hombres siempre habían sabido lo que la costumbre, la ley y la religión habían postulado y justificado. Con la autoridad de su investigación “objetiva” y “racional” reinstauraron antiguos supuestos y llegaron a las mismas conclusiones tradicionales: la innata superioridad del varón y la justificante subordinación de la mujer.
Como había descubierto Marie de Gournay, la ensayista francesa del siglo XVII, quienes se dedicaban al estudio científico veían a las mujeres como si estas fuesen de una especie diferente, menos que humanas, en el mejor de los casos, un error de la naturaleza, adecuadas solo a complacer al hombre.
Historia de la mujer en la ciencia
Si se empieza analizar el papel de la mujer en el pasado se puede dar cuenta de la importancia que esta jugó y juega en la sociedad, se estima que el aporte de las mujeres a la ciencia se remonta a hace 3200 años, sus trabajos y sus logros han sido, indudablemente, decisivos para el conocimiento de la ciencia. Entre los primeros científicos, hay que tener en cuenta a la mujer que fabricaba utensilios y acumulaba conocimientos; mediante la recolección de plantas, descubrió propiedades medicinales en éstas; aprendió a secar, almacenar y mezclar sustancias vegetales y a aplicarlas como tratamiento efectivo para diversas enfermedades. Tal fue su aporte, que desde la botánica de las primeras sociedades no hubo mayores adelantos en la medicina sino hasta el descubrimiento de las sulfas y los antibióticos en el siglo XX (Aupec, 1998).
Sin embargo luego de un largo periodo de exclusión de las mujeres de la ciencia, en las últimas décadas, poco a poco la mujer ha ido liderando investigaciones; este nuevo papel de la mujer en la ciencia es gracias a la discusión y lucha feminista de varias generaciones de mujeres, donde las académicas han reconocido de la escasez de mujeres en el campo.
Aunque exista una evolución de las escalas científicas de las mujeres falta luchar más por adentrarse a este mundo. Cada vez más inician y terminan mujeres carreras científicas, e incluso en un mayor porcentaje que los hombres, esta relación se invierte al llegar a los puestos de investigadores y profesores, de forma que se va acentuando esa diferencia según se asciende en la escala investigadora. También es cierto que es lamentablemente frecuente ver mujeres ocupando puestos de menor responsabilidad que hombres de igual o menor capacitación.
Inmersas en una sociedad para los hombres
Las mujeres estamos inmersas en una sociedad hecha para hombres, la mayoría de cosas están diseñados para ellos. La asociación entre masculinidad y tecnología se reproduce constantemente en la vida cotidiana, siendo la capacidad tecnológica masculina tanto un producto como un esfuerzo de su poder en la sociedad, esto se puede detectar en que tecnologías producidas para ser usadas por las mujeres pueden ser sumamente inapropiadas para las necesidades de la mujeres, e incluso, perniciosas, a la vez que incorporan ideologías masculinas de cómo deben vivir las mujeres.
Los estudios de ciencia y tecnología se han centrado en las relaciones de producción pagadas y en las primeras etapas de la producción tecnológica y obvian como por ejemplo la división sexual del trabajo; se debe tener en cuenta también que la misma mujer ha generado que sea excluyente para ejercer funciones importantes en la sociedad, en ocasiones desconfiamos de nuestras propias capacidades, ejemplo cuando preferimos acudir a consultas médicas con hombres, pues desconfiamos de las especialistas o cirujanas.
Pioneras de la ciencia
De acuerdo a la UNESCO (2007) son 15 mujeres las que se consideran pioneras de las ciencias:
Marie Curie(1867-1934), Lise Meitner (1878-1968), Gerty Cori (1896-1957) Irène Joliot-Curie (1897-1956), Maria GoeppertMayer (1906-1972), Rita Levi-Montalcini (1909-), Barbara McClintock (1902-1992), Grace Murray Hopper(1906-1992), Dorothy Crowfoot Hodgkin (1910-1994), Gertrude Elion(1918-1999), Rosalyn Yalow(1921-2011), Jocelyn Bell (1943-), Rosalind Franklin (1920-1958), Christiane NüssleinVolhard (1942-), Linda B. Buck(1947-), mujeres que realizaron y realizan grandes estudios contribuyendo a la ciencia, grandes premios nobel en biología, física y química.
La mujer con su fuerte lucha ha podido estar cada día mas dentro las esferas de la ciencia, tener voz y voto en ella, pero se debe seguir luchando para conquistar este campo que debido a condiciones externas e internas de la mujer han hecho que ella esté excluida, se debe no solo reformar las instituciones y de alfabetizar en ciencia y tecnología a las mujeres si no de reformar la propia ciencia y la imagen de las mujeres en la ciencia.