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Universo

Un Pequeño Asteroide se Desintegra Sobre África Horas Después de su Descubrimiento.

Un asteroide del tamaño de una roca, designado 2018 LA, fue descubierto el 2 de Junio y se determinó que estaba en curso de colisión con la Tierra, con impacto a solo unas horas de distancia. Debido a que era muy débil – el asteroide tenía solo unos 2 metros de ancho – se estimó, que era lo suficientemente pequeño como para desintegrarse de forma segura en la atmósfera de la Tierra. El asteroide del sábado fue descubierto por Catalina Sky Survey, financiado por la NASA, ubicado cerca de Tucson y operado por la Universidad de Arizona.

Aunque no hubo suficientes datos de seguimiento para hacer predicciones precisas con anticipación, se calculó una franja de posibles ubicaciones que se extiende desde el sur de África, a través del Océano Índico y hacia Nueva Guinea. Los informes de una brillante bola de fuego sobre Botswana, África, a primera hora de la tarde del sábado coinciden con la trayectoria prevista para el asteroide. El asteroide entró en la atmósfera de la Tierra a una velocidad de 17 kilómetros por segundo y se desintegró a varios kilómetros sobre la superficie, creando una bola de fuego brillante.

Cuando se detectó por primera vez, el asteroide estaba casi tan lejos como la órbita de la Luna, aunque inicialmente no se conocía. El asteroide apareció como una veta en la serie de imágenes de exposición temporal tomadas por el telescopio del Catalina Survey. Como es el caso de todos los proyectos de caza de asteroides, los datos fueron enviados rápidamente al Minor Planet Center de la NASA, que calculó una trayectoria preliminar que indica la posibilidad de un impacto en la Tierra. Los datos fueron enviados al Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS) en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California, donde el sistema Scout automático también encontró una alta probabilidad de que el asteroide estuviera en una trayectoria de impacto. Se enviaron alertas automáticas a la comunidad de observadores de asteroides para obtener más observaciones, y a la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria en la Sede de la NASA en Washington. Sin embargo, dado que se determinó que el asteroide era muy pequeño y, por lo tanto, inofensivo, la NASA no emitió más alertas de impacto.

La encuesta de asteroides ATLAS obtuvo dos observaciones adicionales horas antes del impacto, que fueron utilizadas por Scout para confirmar que el impacto ocurriría, y redujo la ubicación prevista al sur de África. Los datos de infrasonido recopilados justo después del impacto detectaron claramente el evento desde una de las estaciones de escucha desplegadas como parte del Sistema de Monitoreo Internacional del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares. La señal es consistente con un impacto atmosférico sobre Botswana.

«El descubrimiento del asteroide 2018 LA es solo la tercera vez que se descubre que un asteroide está en una trayectoria de impacto», dijo Paul Chodas, gerente del Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra (CNEOS) en JPL. «También es solo la segunda vez que la alta probabilidad de un impacto se predijo mucho antes del evento en sí».

El primer evento de este tipo fue el impacto del asteroide 2008 TC3, que iluminó el cielo antes del amanecer sobre el norte de Sudán el 7 de octubre de 2008. Ese fue un asteroide un poco más grande (4 metros de tamaño), y fue descubierto 19 horas antes del impacto, lo que permite un gran número de observaciones de seguimiento y una trayectoria muy precisa para calcular. El segundo evento de impacto previsto fue para el asteroide 2014 AA, que se descubrió unas pocas horas antes del impacto el 1 de Enero de 2014 en el Océano Atlántico, dejando muy poco tiempo para las observaciones de seguimiento. El Catalina Sky Survey se ha encargado de descubrir estos tres pequeños asteroides en las trayectorias de impacto, y todo bajo la supervisión del mismo observador, Richard Kowalski.

¡Entérate de mas sucesos escalofriantes!

NOTICIAS INTERNACIONALES.

La búsqueda continúa. Aún no se han encontrado diferencias entre protones y antiprotones que ayuden a explicar la existencia de la materia en nuestro universo. Se supone que en el Big Bang, la explosión colosal con la que se formó el universo, se generaron cantidades iguales de materia y antimateria. Cuando una y otra entran en contacto, se aniquilan mutuamente, transformando su masa en energía. ¿Por qué entonces el universo está hecho de materia? Sin nada que hubiera inclinado la balanza a favor de la materia, los dos tipos de materia deberían haberse aniquilado entre sí, sin dejar nada en absoluto. En vez de eso, el Big Bang condujo a un universo observable hecho principalmente de materia, con escasas y fugaces apariciones de partículas de antimateria. ¿Hay alguna diferencia sutil entre materia y antimateria, aparte de su signo opuesto, que pueda explicar el enigma?

Unos físicos de la colaboración BASE en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) han conseguido medir las fuerzas magnéticas de los antiprotones con una precisión enorme, 350 veces mayor que la lograda anteriormente. De todos modos, los datos no proporcionan ninguna información sobre cómo se impuso la materia en el universo temprano en vez de que partículas y antipartículas se aniquilasen mutuamente. Lo que sí indican estas mediciones recientes de la colaboración BASE es una gran coincidencia entre protones y antiprotones, confirmando así el Modelo Estándar de la física de partículas. Científicos en todas partes del mundo están usando diversos métodos para intentar hallar de manera inequívoca alguna diferencia crucial. El desequilibrio materia-antimateria en el universo es uno de los temas candentes de la física moderna.

Imagen del experimento BASE en el desacelerador de antiprotones del CERN en Ginebra. (Foto: Stefan Sellner, Fundamental Symmetries Laboratory, RIKEN, Japón)

Imagen del experimento BASE en el desacelerador de antiprotones del CERN en Ginebra. (Foto: Stefan Sellner, Fundamental Symmetries Laboratory, RIKEN, Japón).

Los antiprotones son generados artificialmente en el CERN y los investigadores los almacenan en una cámara especial de aislamiento. Los antiprotones para el experimento actual fueron aislados en 2015 y medidos entre agosto y diciembre de 2016. Este fue el periodo de almacenamiento más largo para antimateria documentado hasta la fecha. Los antiprotones son de forma habitual aniquilados rápidamente cuando entran en contacto con la materia, como el aire. El almacenamiento se efectuó durante 405 días en un vacío que contiene diez veces menos partículas que el espacio interestelar. Se usaron un total de 16 antiprotones y algunos de ellos fueron enfriados hasta casi el Cero Absoluto, unos 273 grados centígrados bajo cero. En la investigación ha participado, entre otras entidades, la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia en Alemania.

Más información https://www.nature.com/nature/journal/v550/n7676/full/nature24048.html

Los resultados de una nueva investigación sugieren que hay agujeros negros, antiquísimos, que jamás fueron estrellas.

La evidencia principal de que esto puede ser así es el extraño perfil de una emisión de radiación, distinto a cualquier otro, y que solo se explicaría por la formación de un agujero negro directamente a partir de gas del entorno, en el universo primigenio, cuando las condiciones reinantes en el cosmos eran muy diferentes de las actuales. Estos raros agujeros negros, catalogados como «de colapso directo», ya fueron predichos por teóricos hace más de un decenio. Ahora parece que hay una evidencia de su existencia.

La nueva investigación es obra del equipo de Aaron Smith y Volker Bromm, de la Universidad de Texas en la ciudad estadounidense de Austin, así como Avi Loeb, del Centro para la Astrofísica (CfA) en Cambridge, Massachusetts, gestionado conjuntamente por la Universidad Harvard y el Instituto Smithsoniano, todas estas entidades en Estados Unidos.

Estos agujeros negros de colapso directo podrían ser la solución a un rompecabezas que ha desconcertado desde hace mucho tiempo a la comunidad científica: ¿cómo se formaron los agujeros negros supermasivos de los primeros tiempos del universo? Hay fuertes evidencias de su existencia, y de hecho son necesarios para energizar los luminosísimos quásares detectados en el universo muy joven (captable en regiones a gran distancia, tantos años atrás en el tiempo como años-luz las separan de la Tierra). Sin embargo, la explicación tradicional de que tales agujeros negros supermasivos y antiquísimos son cadáveres estelares que ganaron masa absorbiéndola poco a poco de su entorno se topa con varios problemas; esencialmente estos indican que tales agujeros no pudieron crecer tanto en tan poco tiempo.

  Imagen basada en una simulación ejecutada por una supercomputadora del entorno cosmológico donde el gas primigenio sufre el colapso directo del que nace un agujero negro. El gas fluye a lo largo de filamentos de materia oscura que forman una red cósmica conectando estructuras en el universo temprano. Las primeras galaxias se formaron en la intersección de estos filamentos de materia oscura. (Imagen: Aaron Smith/TACC/UT-Austin)


Imagen basada en una simulación ejecutada por una supercomputadora del entorno cosmológico donde el gas primigenio sufre el colapso directo del que nace un agujero negro. El gas fluye a lo largo de filamentos de materia oscura que forman una red cósmica conectando estructuras en el universo temprano. Las primeras galaxias se formaron en la intersección de estos filamentos de materia oscura. (Imagen: Aaron Smith/TACC/UT-Austin)

La explicación tradicional de cómo crecen en el corazón de la mayoría de las galaxias en la época actual los agujeros negros supermasivos con millones (y hasta varios miles de millones) de veces la masa del Sol es la que sigue a continuación. Un agujero de este tipo comienza siendo uno de tipo estelar, o sea el cadáver ultradenso que perdura tras la explosión en supernova de una estrella de gran masa. Este agujero negro estelar es, por así decirlo, la semilla de uno supermasivo. Comienza a ganar masa absorbiendo gas de sus alrededores. Si se dan las condiciones oportunas, puede fusionarse con otros agujeros negros semilla.

Esta teoría convencional no explica los agujeros negros supermasivos en quásares extremadamente distantes (y que por tanto ya poseían su colosal masa cuando el universo era aún muy joven). Los quásares pueden resultar visibles para nosotros a pesar de su distancia de miles de millones de años-luz gracias a su increíble brillo. Este resplandor procede de la materia que cae al agujero negro supermasivo. Al acercarse a él, se calienta hasta alcanzar temperaturas de millones de grados, y eso provoca la generación de chorros que brillan como faros a través del universo.

Estas galaxias antiquísimas podrían haber contenido la primera generación de estrellas creadas después del Big Bang. Y aunque entre estas estrellas debió haber bastantes que estallaron en forma de supernova, no parece posible que pudieran actuar como semillas tempranas de quásar, ya que no podía existir el gas necesario alrededor del agujero negro para que este pudiera crecer hasta la masa necesaria. No podía existir todo ese gas ahí porque por fuerza tuvo que ser expulsado por los vientos de las estrellas calientes recién formadas.

Durante décadas, los astrónomos han llamado a este enigma el “problema de la semilla del quásar”.

En 2003, Bromm y Loeb dieron forma a una idea teórica para conseguir que en una galaxia del universo temprano se formase un agujero negro que creciese en masa lo bastante deprisa como para ser supermasivo no mucho tiempo después. Los astrónomos llamaron más tarde a este proceso “colapso directo”.

El proceso de colapso directo empieza con una nube primigenia de hidrógeno y helio, bañada en un mar de radiación ultravioleta. Esta nube se contrae por efecto del campo gravitatorio de un halo de materia oscura. Normalmente, la nube debería poder enfriarse y fragmentarse para formar estrellas. Sin embargo, los fotones ultravioleta mantienen el gas caliente, evitando por tanto la fragmentación y la formación estelar. El gas se va compactando inexorablemente, pero sin fragmentarse, hasta que llega un momento en que el objeto se derrumba sobre sí mismo por su enorme masa, generándose a partir de aquí un agujero negro masivo.

Las condiciones cósmicas para este fenómeno no se dan hoy en día, pero en cambio sí existían en aquel período de tiempo de la historia del universo.

Esta imagen corresponde a una fotografía de Sagittarius B2, una nube enorme, millones de veces el tamaño de nuestro Sol, flotando cerca del centro de nuestra galaxia. Científicos han descubierto que es, básicamente, un enorme río de alcohol. Así es. Sagittarius B2 contiene billones y billones de litros de alcohol y de moléculas de formato de etilo, conocidas por darle a las frambuesas su sabor y olor al ron. No solo suena como el coctel ideal, también podría guardar el secreto de la formación de la vida, ya que es un compuesto orgánico, y descifrar cómo se forma en el espacio revelaría cómo se formó la vida en primera instancia.

Los magnetares son los extraños remanentes superdensos de explosiones de supernovas. Son los imanes más potentes conocidos en el universo — millones de veces más potentes que los imanes más fuertes de la Tierra. Utilizando el telescopio VLT (Very Large Telescope) de ESO, un equipo de astrónomos europeos cree haber hallado, por primera vez, a la estrella compañera de un magnetar. Este descubrimiento ayuda a explicar cómo se forman los magnetares — un enigma de hace 35 años — y por qué esta estrella particular no colapsó en agujero negro tal y como esperarían los astrónomos.

Cuando una estrella masiva colapsa por su propia gravedad durante una explosión de supernova, puede formar, o bien una estrella de neutrones o un agujero negro. Los magnetares son una forma inusual y muy exótica de estrella de neutrones. Como todos estos objetos extraños, son pequeños y extraordinariamente densos — una cucharadita de materia de estrella de neutrones tendría una masa de aproximadamente mil millones de toneladas — pero también tienen campos magnéticos extremadamente potentes. Las superficies de los magnetares liberan grandes cantidades de rayos gamma cuando atraviesan una etapa de ajuste repentino, conocida como un terremoto estelar (starquake), consecuencia de las enormes tensiones que tienen lugar en sus cortezas.

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El Magnetar es una variación ampliamente aceptada de una estrella de neutrones, y una explicación común para ciertos fenómenos como los repetidores de rayos gamma suaves y los pulsares anormales de rayos X. El magnetar es, hasta el momento, el objeto magnético más poderoso que se conoce. De hecho, el campo magnético del magnetar es tan intenso que sería letal estar cerca de uno. Un artículo de la universidad de Texas sugiere que la vida misma sería imposible a miles de kilómetros de un magnetar, aunque dudo que estar cerca de uno sea una idea particularmente buena.

Por si estás interesado, aquí hay algunos números. El objeto magnético más fuerte que hemos logrado crear se llama “esfera de Halbach”, el cual tiene un campo magnético de 5 Teslas, que es alrededor de 100.000 veces más fuerte que el campo magnético de la Tierra (usando un estimado ligeramente generoso de 50 microteslas para la Tierra). Por otra parte, un magnetar puede tener un campo magnético de 10^11 Teslas. Si repentinamente pudieras hacer un magneto mil veces más fuerte, un magnetar de todos modos sería veinte mil millones de veces más fuerte que cualquier cosa que pudiéramos hacer. De hecho, podría limpiar tus tarjetas de crédito a una distancia de 200 mil kilómetros.

Básicamente, los magnetares trabajan enviando estallidos de energía extraordinariamente poderosos, de tal manera que no conservan constantemente tan increíble poder. Y aun así, debido a que desprende tanta energía durante estos estallidos, su duración de vida es relativamente corta (alrededor de 10 mil años antes de decaer y no ser más un magnetar). Por su corto tiempo de vida, y el número que hemos observado, estimamos que la Vía Láctea por sí sola tiene un excedente de 30 millones de magnetares inactivos. En resumen, los magnetares viven una corta pero violenta vida, y tienen la peculiaridad de tener los campos magnéticos más fuertes del Universo.

Finalmente, llegará el día en que se extinga completamente la vida en la Tierra. Puede ser mañana o dentro de millones de años, pero ocurrirá. Dejando las especulaciones de lado, hasta donde sabemos, es el único sitio del Universo que posee vida. Pero existe la posibilidad de sembrar las semillas de la vida terrestre en el espacio, para que se desarrolle en planetas jóvenes de sistemas solares ubicados a muchos años luz de distancia. Si dicha empresa fuese realmente posible, ¿tenemos la obligación moral de hacerlo, para proporcionar a nuestra línea evolutiva la oportunidad de continuar de manera indefinida?

Muchos piensan que sí debemos expandir la vida por otros mundos y dejar abierta la posibilidad de que, cuando el Sol llegue a su fin (si es que antes no ocurre algún trágico suceso), debemos intentarlo al menos.

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Por otra parte, cuando pensamos en la posible caída de cometas sobre nuestro planeta, en lo primero que pensamos en en nuestra propia seguridad pero, no nos paramours a pensar en que, dichos impactos, pueden producir grandes levantamientos de material terrestre que, son expulsados de manera violenta al espacio y llevando material biológico, llegar a otros sistemas planetarios y sembrar la vida en ellos.

Consideremos la posibilidad de que, el Universo tenga sus propios mecanismos para que la vida, no se extinga. Si lo pensamos bien, le ha llevado mucho tiempo traerla aquí al planeta Tierra. Se han necesitado miles de años para que las estrellas transmutaran los elementos necesarios para que, la vida, hiciera acto de presencia.

¿Quiénes nos creemos que somos? ¿Nos sentimos moralmente portadores de una misión tan grande como la de procurar conservar la vida en el Universo? ¿Acaso no es el propio Universo el que tiene que hacer su trabajo y expandirla por todos los lugares que sean idóneos para ello? ¿Cómo podemos arrogarnos una misión de tal envergadura?
La vida surge por sí misma en todos aquellos lugares que, como aquí en la Tierra, tengan las condiciones necesarias para ello. Incluso es posible que existan formas de vida que ni podamos imaginar. Claro que, como humanos que somos, tendemos a exaltar lo nuestro y, cuando decimos que tenemos la obligación de llevar la vida a otros mundos situados en otros sistemas solares, en lo que en realidad estamos pensando es, en que “nuestra forma de vida, nuestra especie”, no se extinga.
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Sembrar la vida por el Universo no podría ser algo parecido a sembrar árboles en un jardín. La vida, es simplemente un estado de la materia evolucionada, es ese estado máximo en el que la materia, genera pensamientos y sentimientos.
“La panspermia es un mecanismo para la dispersión del material orgánico a través de la galaxia, pero los efectos destructivos de los rayos cósmicos y la luz ultravioleta tienden a que la mayor parte de los organismos sean destruidos, o lleguen a un nuevo mundo rotos y muertos».
El Universo nos ha demostrado tener sus propios mecanismos para generar la vida y, siendo eso así (que lo es), no creo que tengamos que inmiscuirnos nosotros en tal empresa que, por otra parte y aunque no sea de manera intencionada, ya estamos realizando al enviar ingenios contaminados de microbios a otros lugares del espacio.¿Cómo sabemos las consecuencias que, finalmente puedan tener esas sondas y naves espaciales que mandamos a investigar el espacio y los objetos que en él están presentes.

El mismo planeta Marte tiene ya una larga lista de maquinas terrestres sobre su superficie y, si no había vida propia en aquel planeta ¿Quién puede afrimar que no la hayamos llevado nosotros?

La Actividad Humana Es a veces tan criticable que, percibe uno la sensación de que aún, no hemos madurado lo suficiente para ocupar el lugar que, en el contexto del Universo tendríamos que tener. La misma idea de sembrar vida en otros mundos puede parecer algo pretenciosa. Desde el supuesto Big Bang, la perspectiva que del Universo tenemos, nos lleva a pensar que la Vida es algo natural, un estado de la materia que ha pasado por uno y un millón de pruebas hasta surgir contra todo pronóstico en los lugares más insospechados. Y, nosotros, sabiendo eso, queremos ser los responsables de llevarla a otros lugares del Cosmos.

En la Tierra, la mayoría de los átomos no existen por sí mismos, sino que se unen con otros átomos en forma de moléculas. O usando una terminología diferente, podemos decir que la mayoría de los elementos se combinan para formar compuestos. La química se trata acerca de las reacciones que forman y reorganizan los enlaces entre los átomos.

La química orgánica se concentra en el carbono, el cual puede formar una mayor variedad de compuestos que cualquier otro elemento. Las moléculas más importantes para la vida, las proteínas y el ADN, se basan en largas cadenas de átomos de carbono unidos a otros elementos, particularmente hidrógeno, oxígeno y nitrógeno.

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En las Nebulosas están presentes muchas moléculas necesarias para la vida. En comentarios anteriores, ya nos referimos a los elementos más abundantes del Universo: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno (CHON). Las estrellas convierten unos elementos más sencillos en algo como el CHON y arroja esos materiales al espacio, en explosiones supernovas que forman nebulosas en las que están los materiales complejos para formar nuevas estrellas, nuevos mundos quizas nuesvas formas de vida.Todas las reacciones químicas implican un cambio en la energía. La mayoría de ellas liberan energía, usualmente en forma de calor; nuestros cuerpos son calentados por las reacciones orgánicas basadas, en última instancia, en la oxidación de los alimentos que comemos.
Por otro lado, las reacciones “endotérmicas” absorben energía del ambiente. De la misma manera. En las Nebulosas, están presentes fuertes emisiones de energías que emergen de las estrellas nuevas para ionizar el material circundante. ¿Qué efectos, tendrá realmente esas fuertes energías sobre el materia allí presente? ¿Qué cambios se producirán? En Nubes como esas, han sido descubiertos más de 100 moléculas distintas y, algunas, son las que se necesitan para que la química-biológica haga su aparición en los mundos.
La mayoría de las reacciones químicas necesitan un empujón para iniciarse. Este es proporcionado por un “catalizador”, una sustancia que acelera las reacciones sin ser consumida por éstas. Por ejemplo, las enzimas son catalizadores biológicos de los cuales depende la vida.

Podemos enviar las semillas de la vida a otros lugares. Nuestros experimentos y misiones extraterrestres conllevan esa posibilidad que, aunque nunca la podamos constatar, ciertamente está ahí. Sin embargo, apuesto por la otra forma.
La manera natural de que la Vida se genere en el Universo es, el Universo mismo, el que la tiene que determinar.

La humanidad ha alcanzado un cuello de botella este siglo: Los desarrollos tecnológicos podrían causar un daño catastrófico al planeta, o podrían salvar la humanidad de esta disyuntiva creada por el hombre.

El futuro de la civilización podría ser una distopía de ecosistemas arruinados y máquinas malévolas, o un paraíso de vida eterna y cultura intergaláctica. Durante el “Simposio de la longevidad de la civilización humana” realizado en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, varios investigadores líderes y futuristas predijieron lo que podría traer los próximos siglos.

Aquí te compartimos 5 visiones de los expositores de ciencia ficción sobre su manera de visualizar el futuro:

1.Catástrofe climática

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No es sorpresa que los elevados niveles de dióxido carbono ya imponen una amenaza mayor al clima de la Tierra. A menos que los humanos descubramos una forma de limitar dramáticamente nuestra huella de carbono, el planeta continuará calentándose, los climas extremos se harán cada vez más frecuentes, haciendo que muchas especies y comunidades humanas desaparezcan, dijo Ken Caldeira un científico atmosférico del Departamento de Ecología Global del Nonetheless.

¿Pueden los humanos formar una relación estable y saludable con la atmósfera?

“La respuesta es no”, dijo Ken Caldeira.
Los humanos han evolucionado como cazadores-recolectores, sensibles a las necesidades propias y de su familia y amigos cercanos, dijo Caldeira. Pero ahora, los humanos han creado un mundo dominado por la tecnología, más que la naturaleza, donde los problemas se extienden a una escala global. Si no se toman medidas drásticas para cortar de raíz el cambio climático, no sabremos qué efectos tendrá para la civilización humana, concluye Caldeira.

2. Mundo Biónico

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La Biología ha entrado a un tipo de renacimiento, desde secuenciar el genoma humano a desarrollar tratamientos médicos salvadores de vidas.

El mundo ha visto corazones mecánicos, prótesis y órganos artificiales, con tecnologías que prometen restaurar la salud humana y extender dramáticamente la vida. Pero mientras estas tecnologías se vuelven más democráticas, los hackers “black hat” saldrán a la superficie.

La amenaza más grande que enfrentan los individuos es el biohacking, dice Seth Shostak, astrónomo senior del Instituto SETI en Mountain View, California. Tales biohackers incluyen de todo, desde manipular el genoma de un virus hasta hacerlo mortal, hasta insertar información directamente al cerebro a través de un implante.

Quizás los humanos hasta desarrollen un “implante ético” dijo Jacob Haqq-Misra, un climatólogo planetario del Blue Marble Space Institute of Science. Tal implante asegurará a la gente estar de igual a igual para enfrentar los problemas de la civilización.

3. Inteligencia Artificial

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Los científicos están apasionadamente divididos sobre el tema si los humanos desarrollarán computadores que serán inteligentes, como “máquinas pensantes”. ¿Se volverá realidad HAL de la Odisea al Espacio 2001?

El autor de ciencia ficción Kim Stanley Robinson no está de acuerdo. “Una cosa que nunca entenderemos es el cerebro humano”, dijo Robinson, autor de la trilogía “Marte”.

Los científicos pueden estudiar el cerebro solamente al medir indirectamente el flujo sanguíneo y su electrofisiología, el cual es varias magnitudes mayor al nivel del pensamiento humano, dijo Robinson. Sin poder entender el conciente, ¿cómo podrán los humanos crear una máquina que haga eso?

Shostak no está de acuerdo. Los humanos no tuvieron que entender los detalles de cómo las aves vuelan para poder desarrollan aviones, dijo. Así que ¿para qué necesitan entender el cerebro para desarrollan computadores inteligentes? Y, “una vez que tengas una máquina que puede pensar, le puedes pedir que desarrolle la próxima máquina”, dijo Shostak.

Tomado al extremo, algunas personas creen que las máquinas inteligentes pueden ir al frente de la “singularidad” un término popularizado por el inventor y futurista Ray Kurzweil para describir el punto en donde las computadores sobrepasan las habilidades del cerebro humano.

Kurzweil predice que esto ocurrirá para el 2045, pero Robinson y otros están escépticos al respecto. Muchas personas que están vivas hoy vivirán lo suficiente para saberlo, dijo Shostak.

4. Viajes interplanetarios

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En 1969, los humanos llegaron a la Luna. Unas pocas décadas desde entonces, la humanidad podría estar en Marte. Y quizás algún día, los Homo Sapiens deambulen la galaxia entera como el equipo de Enterprise.

En el Simposio, la discusión se basó en si colonizar el Sistema Solar podría salvar la humanidad de la destrucción de la Tierra.

“Una de las metas de la exploración espacial debería ser sacar algunos de nosotros del planeta para no comenzar desde cero si un evento mayor ocurre en la Tierra”, dijo Steven Dick, un astrónomo, autor e historiador de ciencia y presidente en Astrobiología durante el 2014 en la Biblioteca del Congreso. “Si golpea un asteroide la Tierra, la humanidad podría ser eliminada mañana”, dijo Dick.

A pesar que existe la tecnología para llevar a los humanos al espacio, la gente aún depende en el ambiente tipo-Tierra. Viajar al espacio no inocula a la humanidad contra catástrofes en la Tierra, dijo Robinson, y otros expositores estuvieron de acuerdo. Pero puee servir a la gente para darles la perspectiva de la fragilidad del punto azul pálido en que estamos viviendo.

5. E.T. llama a casa

 

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Pocas cosas podrían tener un impacto tan profundo en la humanidad como el descubrimiento de vida más allá en el universo.

Por primera vez en la historia, la humanidad está preparada para buscar vida en otros planetas. Por necesidad, la humanidad buscará vida que se parezca a la nuestra. La misión Kepler de la NASA exitosamente identificó cientos de planetas orbitando a distancias habitables de sus estrellas. Y el Instituto SETI está escuchando señales de radio que podrían contener civilizaciones tecnológicas allá afuera.

algunos escépticos discuten que si hubiera vida, los humanos ya la habrían encontrado. Pero varias razones podrían explicar esta ausencia. Quizás las civilizaciones que han desarrollado la tecnología para colonizar otros planetas ya se han aniquilado. O quizás son mucho más inteligentes y se están ocultando de los humanos.

Sea cual sea la verdad, si la vida existe más allá de la Tierra, las implicancias para la civilización humana serían enormes.

“El tan sólo saber que están allá afuera sería filosóficamente importante”, dijo Shostak.

De las casi siete mil millones de personas que habitan la Tierra, sólo 550 han viajado por el espacio. Jerry Ross, ingeniero y veterano del Cuerpo de Astronautas de la NASA, es una de ellas. Una vez al mes, en el Centro Espacial Kennedy, en la Costa Espacial de Florida, al este de Orlando, recibe con una sonrisa afable a niños y adultos que lo observan con admiración mientras él se sienta en una banca y se prepara para contar los pormenores de las 1.400 horas que vivió fuera del planeta, una gesta que le ha dado el título de ser el primer hombre que ha logrado completar siete misiones espaciales. “Es el lugar más oscuro, infinito y silencioso que pueda existir. El miedo se aplaca cuando se descubre la belleza del planeta en el que vivimos. Desde el espacio se ve la luz que irradia cada país y cada continente. Nada es más pequeño que el cuerpo humano. La Tierra revela toda su fragilidad. Allí nos damos cuenta de lo mucho que hay que protegerla”.

En ese instante, en el que Ross responde preguntas y desempolva algunos recuerdos, y millones de personas viajan en avión, duermen, van al trabajo o se bañan en el mar, allá arriba, a cientos de kilómetros, en la Estación Espacial Internacional, la nave más grande y compleja jamás construida, una tripulación de estadounidenses, rusos y japoneses realizan investigaciones y experimentos científicos en busca de nuevos hallazgos. “La Tierra nunca está sola. Durante los 365 días del año hay astronautas en el espacio. Aunque las misiones suelen durar entre una y dos semanas, el tiempo máximo que puede vivir el hombre fuera del planeta es seis meses”, explica Ross.

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Ese ambicioso plan trazado por el hombre para conocer los misterios del universo ahora está más cerca de todos. Viajeros de todas partes del mundo visitan el Complejo Espacial Kennedy (KSP por sus siglas en inglés) con el fin de ver con sus propios ojos la historia del programa que llevó al hombre a la Luna, puso satélites en órbita alrededor del planeta y envió sondas especiales para explorar el sistema solar.

Desde 2011 la sede de la NASA es el lugar donde se lanzan cohetes no tripulados, exploradores interplanetarios y satélites de comunicación. A lo largo de sus 56 mil hectáreas es posible ver e interactuar con distintas atracciones, transbordadores y cohetes. Desde la primera misión Apolo en 1967, con la que el mundo vio a Neil Armstrong convertirse en el primer hombre en realizar una caminata lunar, hasta los lanzamientos de los transbordadores Columbia, Challenger, Discovery, Atlantis y Endeavour, que llevaron a cabo 135 misiones, son algunos de los épicos momentos que se reviven a diario en este complejo.

Uno de sus principales atractivos es el Rocket Garden, un conjunto de cohetes diseñados originalmente para uso militar que fueron adaptados para el programa espacial de exploración pacífica. Sobre un área de 32 metros cuadrados se levanta el centro del transbordador Atlantis, donde narran la historia de esta nave que viajó 22 veces al espacio. Alrededor de este ‘abrecaminos’, más de 60 exhibiciones y simuladores de inmersión les permiten a los visitantes acercarse al entorno espacial.

A través del Shuttle Launch Experience pueden convertirse, en cuestión de segundos, en astronautas y experimentar los sonidos, las imágenes y sensaciones de un lanzamiento.

Luego, gracias a una pantalla de cinco pisos de altura con efectos tridimensionales, se logra apreciar las secuencias filmadas durante algunas misiones reales en las que los ‘ingenieros del espacio’ reparan telescopios y realizan experimentos fuera del transbordador.

En el corazón del Centro Espacial Kennedy está anclado el Salón de la Fama de los Astronautas de Estados Unidos. En este lugar los visitantes reciben un breve entrenamiento para conocer la rutina de los astronautas. Dentro de una réplica de una nave ejecutan las operaciones de comando emitidas por el Centro de Control de Misiones. La cabina, con capacidad para siete tripulantes, muestra los detalles de la vida de los caminantes del espacio. Durante las misiones reales, cada astronauta cuenta con una dieta especial a base de alimentos deshidratados. Todos los días realizan ejercicios especiales para evitar enfermedades musculares y óseas, y duermen entre cinco y seis horas diarias colgados de un gancho con cinturones para fijar el cuerpo a una de las paredes de la nave.

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Dentro de la galería de tesoros de este complejo se encuentra el Centro Apolo, donde se conserva el cohete Saturno V, que cuenta con más de 3,5 millones de piezas y mide 18 metros. A unos pocos kilómetros se abre paso el Centro de Control de Lanzamientos y el icónico edificio de Ensamblaje de Vehículos, donde se construyen las naves espaciales. Gracias a un transportador oruga, una máquina de grandes proporciones, se puede trasladar la estructura hasta la plataforma de lanzamiento. Cuando se despliega una misión, turistas y locales tienen la posibilidad de apreciar desde muy cerca el despegue de los cohetes.

Aunque cada año en el mundo se presentan cerca de 8.000 profesionales que aspiran a convertirse en astronautas de la NASA, solo siete logran cumplir su sueño. Ross, quien se considera bendecido por haber realizado nueve caminatas fuera de la Tierra, cree que en pocos años el turismo espacial será una realidad. “Es una experiencia tan hermosa que todo ser humano debería poder tener. Trabajamos en eso. Más allá de la aventura y del riesgo, salir del lugar al que pertenecemos es quizás la única forma de apreciar aquello que no valoramos, porque fuera de este marco azul, lo único que palpita es nuestro corazón.

Fuente: elespectador.com

A nivel del suelo, unas quince millones de partículas subatómicas impactan cada metro cuadrado en un día. Para protegerse de esa radiación cósmica y poder estudiar los fenómenos más evasivos del Universo, la comunidad científica está construyendo laboratorios subterráneos miles de metros bajo tierra.

Muy profundo bajo la superficie terrestre, sólo unas pocas partículas subatómicas son capaces de penetrar las capas rocosas, permitiendo a los científicos estudiar sin interferencias las propiedades de partículas con interacciones tan débiles que podrían atravesar millones de kilómetros de roca sin verse afectados, como los neutrinos, o estudiar la materia oscura, ya que al parecer todo lo que podemos ver en el Universo representa sólo el 4% de la masa total. Varios de esos laboratorios se encuentran en EE.UU., Canadá, Europa y Japón.

En ese contexto, la construcción del túnel Agua Negra, en la provincia de San Juan, parte del corredor bioceánico central, presenta una oportunidad única para planificar la construcción del laboratorio ANDES, el cual sería el único laboratorio subterráneo del hemisferio sur.

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El laboratorio ANDES es un laboratorio subterráneo propuesto para ser construido en el interior y como parte integral del túnel Agua Negra. Será el primer y único laboratorio subterráneo del hemisferio Sur. En la actualidad, una docena de laboratorios de similares prestaciones se encuentran en operación en el hemisferio Norte: en Norte América, en Europa y en Asia.

ANDES se ubicará en la parte más profunda del túnel Agua Negra, alrededor de 1750 m debajo de los Andes, lo cual blindará sus instalaciones de la radiación cósmica, partículas de alta energía provenientes del espacio. Al estar protegido de esa radiación, tendrá la sensibilidad necesaria para recibir experimentos únicos en diversos temas:

  • búsqueda de materia oscura, la cual representa el 85% de la materia del Universo;
  • investigaciones en física de neutrinos, partículas elementales capaces de atravesar la Tierra sin interactuar;
  • estudios de geofísica, al observar la tectónica terrestre desde un laboratorio en el interior de una montaña;
  • estudios de impacto ambiental; de pureza de materiales; de impacto de la radiación cósmica en micro-chips; biología; y más.

El laboratorio será dirigido por un consorcio Latinoamericano, el CLES (Consorcio Latinoamericano de Estudios Subterráneos), con participación de por lo menos Argentina, Brasil, Chile y México.

El túnel se encuentra en un área donde no hay actividad volcánica ni terremotos cerca de la superficie. Esta ubicación específica convierte al laboratorio en un recinto muy atractivo para la comunidad geofísica.

Los experimentos científicos que albergará el túnel permitirán explorar fenómenos hasta ahora desconocidos- relacionados con los neutrinos y la materia oscura- con consecuencias fundamentales para el conocimiento del Universo, su evolución y sus orígenes. Se aprovechará la protección brindada por la roca para operar medidores de radiación de bajo fondo, con varias áreas de aplicación.

La realización de estos experimentos no solo se traducirá en la consolidación de la comunidad científica involucrada, sino también en los consiguientes desarrollos tecnológicos de punta y formación de recursos humanos, científicos, técnicos y de ingeniería del más alto nivel.

Más información en: http://andeslab.org

La sonda Cassini de la NASA localizó unos extraños reflejos en la superficie de Punga Mare, uno de los océanos de hidrocarburos del satélite de Saturno.

Después de una larga búsqueda, los científicos planetarios por fin han encontrado las señales de lo que parecen ser olas en los mares de Titán, la mayor luna de Saturno y uno de los mundos más parecidos a la Tierra del Sistema Solar. Si se confirma, sería además la primera vez que se descubren olas marinas fuera de nuestro planeta.

La sonda Cassini de la NASA localizó unos extraños reflejos en la superficie de Punga Mare, uno de los mares de hidrocarburos de Titán, en 2012 y 2013. Los reflejos pueden prevenir de pequeñas ondas, de no más de 2 cm de altura, que perturban un océano plano, según ha explicado Jason Barnes, investigador de la Universidad de Idaho, que ha presentado sus resultados en la Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria, que se celebra en Texas (EE.UU.). No son gigantescas ni volverían loco a ningún surfista, pero han podido ser detectadas.

Además, los investigadores creen que más olas pueden aparecer en los próximos años, ya que se esperan vientos en el hemisferio norte de esa luna, donde se encuentran la mayor parte de sus mares, al finalizar el invierno y acercarse la primavera, según informa la revista Nature en su web. Pronosticar el tiempo en Titán es realmente complicado, pero los vientos, quizás incluso huracanes, podrían producir nuevas ondulaciones.

Los lagos y mares de Titán fueron descubiertos por la Cassini en 2005 y, desde entonces, han intrigado a los científicos de todo el mundo. Compuestos por hidrocarburos líquidos, cubren gran parte del hemisferio norte del satélite, convirtiéndolo en el único otro mundo conocido capaz de albergar líquido estable en su superficie. Estos hidrocarburos también caen en forma de lluvia, creando un complejo ciclo hidrológico similar al que ocurre en la Tierra pero que no depende del agua, como es nuestro caso, sino del etano y el metano. Con una temperatura de -178ºC, el ambiente de esta luna es tan frío que los científicos no estaban seguros de si se podía producir el efecto de las olas.

Científicos Estado Unidenses detectaron ondas gravitacionales que serían la primera evidencia directa de la inflación, el momento de la historia del universo en que en cuestión de segundos pasó de ser un punto diminuto a convertirse en una inmensidad.

La presencia de esas ondas son la “primera evidencia directa de la inflación”, ese momento decisivo en la historia del universo en el que este aumentó explosivamente su tamaño en fracciones de segundo. También serían las “primeras imágenes de las ondas gravitacionales”,  según un comunicado de prensa del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (CFA).

De acuerdo con la teoría de la Relatividad de Einstein, aquel cataclismo debió generar ondas gravitacionales, una especie de ondas expansivas cuyos efectos, aunque débiles, aún podrían observarse ahora, 13.800 millones de años después. Los investigadores del experimento BICEP 2, un telescopio de microondas situado en pleno Polo Sur, dicen haber fotografiado esas ondas por primera vez. Estas ondas son “los primeros temblores del Big Bang”, según el CFA.

El descubrimiento ha sido anunciado en la web del BICEP2 e incluye un estudio detallado y esa primera imagen de las ondas gravitacionales llegadas desde el origen del universo. Los rumores de este descubrimiento llevaban circulando desde el viernes y algunos ya se atreven a especular quién ganará el Nobel por ello.

“Detectar esta señal es uno de los logros más importantes en cosmología”, ha dicho John Kovac, investigador del CFA y líder del BICEP2.

aurore-australis-dark-sectoPero en realidad, lo que han hecho los científicos del BICEP2 no es del todo una foto directa de las ondas gravitacionales. Su telescopio está en el Polo Sur porque ese es el lugar de la Tierra más parecido al espacio, sin apenas humedad que distorsione el tipo de “luz” que observa. En lugar de luz visible, lo que observa este espectacular experimento es algo llamado radiación de fondo de microondas. En otras palabras, es el ruido de fondo dejado por el Big Bang en forma de partículas que aún pululan por el universo. Se trata de una radiación débil y constante que, sin embargo, llega a toda la Tierra. De todos los lugares, el Polo Sur, con su extrema sequedad de desierto helado, es el mejor sitio para captar la señal sin apenas alteraciones de la atmósfera.

Lo que los expertos han observado es un cambio en la polarización de esas microondas llegadas desde el origen del universo. La polarización es algo así como la orientación de las partículas que forman las microondas y fue creada justo en el momento del Big Bang. En concreto el equipo ha captado microondas con una determinada orientación, o, como ellos lo llaman, polarización-B. Según sus cálculos, esa polarización sólo puede deberse a que, en su largo camino hasta la Tierra, esas partículas del Big Bang han sido modificadas por las ondas gravitacionales igual que hacen las ondas en la superficie de un estanque cuando alguien tira una piedra. Pero aún hay más, porque, según las observaciones del BICEP2, este tipo de polarización solo pudo ser causada por un tipo concreto de onda gravitacional: una muy débil y muy antigua que se formó como fruto de la inflación que hizo crecer el universo más de 70 órdenes de magnitud en fracciones de segundo.

El material, publicado por el BICEP2 en su web, señala que sus observaciones tienen una fiabilidad de 5 sigmas, es decir, una fiabilidad estadística suficiente como para reclamar un descubrimiento. Esa fiabilidad bastó, por ejemplo, para anunciar el descubrimiento del bosón de Higgs en 2013. Las señales son más intensas justo en el rango en el que los modelos teóricos indican la presencia de ondas gravitacionales. Los responsables de BICEP2 además, señalan que sus observaciones consideran poco probable que los resultados observados se deban a falsos positivos.

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