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ADN

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Perro Callejero. Fotografía de David Gómez.

Por Amapola Nava (Agencia Informativa Conacyt).- El perro llegó a América hace casi 12 mil años. Llegó por el estrecho de Bering, acompañando a quien hoy lo considera su mejor amigo. La relación entre las dos especies había comenzado cuando el homo sapiens domesticó algunos individuos de lobo gris que habitaban en Eurasia y el Medio Oriente, unos dos mil años atrás, según los vestigios arqueológicos, o unos 10 mil años antes, según los análisis de ADN.

Una vez domesticado el perro, resultó ser una especie generalista —que puede vivir casi donde sea y comer casi lo que sea— y no tuvo problemas para adaptarse al nuevo continente. Entró con el humano y se convirtió en una especie exótica que fue capaz de establecerse y reproducirse fuera de su lugar de origen, en un hábitat que no era propiamente el suyo.

Los invasores

Para llegar a las islas Revillagigedo hay que navegar más de 25 horas y atravesar 800 kilómetros del océano Pacífico, si se parte de Manzanillo, o 400 kilómetros, si se parte de Cabo San Lucas. Incluso allí hay perros.

Desde Quintana Roo hasta Baja California, donde haya mexicanos seguramente habrá perros. El problema viene cuando hay perros pero no hay mexicanos o cuando hay perros donde se pretende conservar la vida silvestre. Pues no deja de ser un animal carnívoro, que puede devorar casi todo y transmitir enfermedades.

Es en estos casos cuando lo que era un especie exótica se convierte en una especie invasora.

Un riesgo real

Durante una invasión no se pide permiso para entrar, el intruso llega y ocupa el lugar a la fuerza. El invasor puede ser una planta, un animal, un hongo o un microorganismo, pero todos tienen algo en común, logran multiplicarse y se apoderan del nuevo territorio a costa de las especies nativas, de la salud pública o de la economía humana.

En México, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) debe lidiar con 350 especies invasoras, de las cuales 170 pueden poner en riesgo muy alto los ecosistemas, la economía y la salud de los habitantes del país. De este grupo de 170 especies, 11 son mamíferos y uno de ellos es el perro.

Para saber qué tan peligrosa es la invasión de una especie, se debe evaluar cuál es el riesgo real de que se distribuya y se reproduzca en el territorio nacional; qué tanto puede dañar a las especies nativas, depredándolas o compitiendo con ellas; qué tanto daño puede ocasionar al paisaje, alterando el ciclo del agua o erosionando el suelo; qué enfermedades puede transmitir y cuánto daño puede causar a la economía.

Y cuando Yolanda Barrios Caballero, especialista de la Dirección General de Análisis y Prioridades de la Conabio, analiza estas variables, no le queda duda de que el perro como invasor pone en riesgo la biodiversidad en el país. Y no solo es ella quien lo dice, el 7 de diciembre de 2016 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Lista de Especies Invasoras de “Muy alto” riesgo para México, en la cual se incluye al perro.

Los perros de México

Perros en Área Natural Protegida. Fotografía Archivo Conanp.

Perros en Área Natural Protegida. Fotografía Archivo Conanp.

Ignacio March Mifsut, director de Evaluación y Seguimiento de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), levantó el teléfono para comenzar con su investigación. Diez llamadas después sabía que, en total, 30 áreas naturales protegidas en el país tenían perros; que cazaban solos o en jaurías, y mataban roedores, aves, peces, reptiles, incluso venados; que ya habían atacado a algunas personas y que todos estaban allí por descuido humano.

Algunos habían sido abandonados, como en el caso del área de Flora y Fauna de la Primavera, Jalisco, situación que “es terrible tanto para el animal como para el área de conservación”. Otros eran perros callejeros que se alimentaban de basureros a cielo abierto cercanos y que eventualmente entraban al área natural protegida. Y también había algunos que se habían extraviado.

“A las personas les gusta mucho ir con sus mascotas a las áreas naturales protegidas. No sobra decir que está prohibido entrar con perros a estas zonas; sin embargo, las personas llevan a sus mascotas. ¡Caray!, por lo menos sería bueno que las llevaran amarradas. Los perros se van al monte, nunca los encuentran y allí se quedan”.

Al final, el perro tratará de sobrevivir y comenzará a cazar lo que pueda para alimentarse, y si se encuentra con más perros en el lugar, se unirá a ellos para protegerse con la jauría.

Pero el problema va más allá de que cacen animales que pueden estar en peligro de extinción. Los perros también afectan a otros depredadores como el jaguar, el puma y el lobo mexicano.

La mala fama del jaguar

En México, al jaguar no lo cazan por su piel o por conseguir un trofeo, lo cazan porque se come al ganado y deja a las familias sin sustento. Heliot Zarza Villanueva lo entiende. El investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Lerma, ha trabajado más de 20 años en la conservación del jaguar y sabe que no se puede culpar sin miramientos a los ganaderos, pues muchas veces son personas que tienen muy pocos recursos económicos y si no se defienden del depredador, pueden quedarse sin nada.

Pero también sabe que no todos los ataques al ganado son culpa del jaguar o del puma. A gran parte de las cabras, los borregos e incluso los becerros en las zonas rurales los matan los perros, y al jaguar y al puma se les culpa. Esta mala fama predispone a los pobladores a defenderse de los supuestos asesinos.

Ataque_de_perros_ferales_a_venado_cola_blanca_en_Area_Natural_Protegida._Archivo_Conanp

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Los perros, además, afectan directamente a estos grandes felinos, pues son una feroz competencia para cualquier carnívoro. Son animales que se disputan el alimento y el territorio mediante estrategias provocadoras, moviéndose en grupo, acosando con ladridos y marcando el territorio.

Al fin y al cabo, lobos

Una de las características de los individuos de una misma especie es que tienen la capacidad de reproducirse entre sí. Y lo último que la Conanp desea es que Canis lupus baileyi hibride con Canis lupus familiaris. Al fin y al cabo, al ser de la misma especie, el lobo mexicano puede cruzarse con el perro doméstico.

Ignacio March sabe que esto ya ha pasado en Estados Unidos y que el resultado, el perro-lobo, es un animal violento que ha matado a seres humanos. Y lo que menos quiere la Conanp es que alguno de los 20 ejemplares de lobo mexicano que ahora viven en libertad, gracias a su programa de reintroducción, se apareen con los perros que encuentren en las áreas de conservación. Esto ocasionaría una pérdida genética importante; además, está la cuestión de las enfermedades.

El distemper canino

El 5 de enero de 2013, en los alrededores de Ortona dei Marsi, un municipio en la región central de Italia, un grupo de veterinarios encontró a dos cachorros de lobo italiano muertos. En los pulmones de los animales se detectó la presencia de distemper canino, el virus causante del moquillo en perros domésticos.

Veinticinco días después, a 19 kilómetros de Ortona dei Marsi, el equipo veterinario del Parque Nacional de los Abruzos, Lacio y Molise, encontró dos lobos con signos de haber enfermado de moquillo. Y a las dos semanas rescataron a otro cachorro enfermo. Los siguientes quince días localizaron a tres infectados más, pero los animales murieron antes de poder ser hospitalizados.

Ese fue el inicio de una epidemia que provocó fiebre, flujo nasal, vómito, diarrea y convulsiones a los lobos de la región. Para el 17 de abril del mismo año, se habían detectado 30 cadáveres, en 20 de ellos se encontró el virus del moquillo.

Durante la epidemia, varios perros domésticos no vacunados, perros pastores y perros ferales enfermaron. Un grupo de científicos tomó muestras del patógeno que los infectó y encontró que el virus de lobos y perros compartía una proteína que se encontraba solo en virus que infecta a perros de Italia, Hungría y Norteamérica.

Con este hallazgo, los investigadores concluyeron que había gran probabilidad de que los perros hubieran contagiado a los lobos en las afueras de los poblados; conclusión que plasmaron en un artículo publicado en la revista PLoS ONE.

El contagio a otras especies

“La introducción de un solo agente patógeno puede provocar mortalidad masiva y alterar por completo un ecosistema”, explican Jorge Álvarez Romero y sus colaboradores en el libro Animales exóticos en México: una amenaza para la biodiversidad. Y el virus del moquillo canino ya ha dado otros ejemplos de esta aseveración.

Se cree que este patógeno fue uno de los factores determinantes para la extinción del hurón de patas negras en Norteamérica, y en 2000 fue el causante de la muerte de más de 11 mil focas en el mar Caspio.

El virus tiene algunas variantes que atacan a carnívoros terrestres como hienas, hurones, zorrillos, mapaches y comadrejas; pero también hay variantes que infectan a un grupo muy distinto de animales, los mamíferos marinos.

Los perros también pueden transmitir enfermedades al ser humano, sin contar que sus mordidas “son responsables de decenas de millones de lesiones cada año” en el mundo, según la OMS. Muchas de estas lesiones requerirán reconstrucción quirúrgica y algunas serán letales, si no por la agresión, sí al transmitir la rabia. Factores a considerar si se toma en cuenta que muchos de los perros que entran a las áreas naturales protegidas y pierden el contacto con el humano pueden volverse ferales.

Los perros feroces

El término feral significa cruel o sangriento y tiene su raíz en el latín ferālis, de fiera. Cuando se utiliza para designar a un animal hace referencia a que el espécimen alguna vez fue doméstico, pero que ha regresado a su estado salvaje y sus descendientes nacerán asilvestrados.

Este proceso de feralización puede sucederle a cualquier animal que haya sido domesticado, ha pasado con el cerdo, ha pasado con el gato y ha pasado con el perro.

Durante su investigación, Ignacio March no solo se enteró de que en 30 áreas naturales protegidas había perros, también descubrió que en dos de ellas —el Parque Nacional Huatulco y en Isla Cedros— los perros eran ferales.

En el Parque Nacional Huatulco, dos turistas habían sido atacados por estos perros en dos ocasiones diferentes. Y se habían detectado tres jaurías de ferales que, además de la reserva, también rondaban el basurero municipal. En Isla Cedros, los perros estaban atacando a elefantes, lobos marinos y al venado bura, una especie en peligro de extinción.

Afortunadamente, pensó Ignacio March, ya existía un caso en el que se había podido controlar el problema de los perros ferales en un área natural protegida.

Los ferales en el Cañón del Sumidero

Los perros ferales del Cañón del Sumidero atacaban a todo tipo de animales, desde aves y ratones hasta al venado cola blanca. Además, representaban un peligro para los turistas y los habitantes de la zona.

Para abordar el problema, la Conanp y el municipio de Tuxtla Gutiérrez comenzaron campañas de esterilización, captura y reubicación de perros en la zona de conservación. Lo primero era detectar a los animales y determinar, mediante el estudio de su comportamiento, si eran o no ferales. Si eran perros extraviados o callejeros, se entregaron al municipio para colocarlos en albergues.

Pero si eran perros ferales, era imposible darlos en adopción. Son animales peligrosos que no reconocen al ser humano y pueden portar enfermedades. Su comportamiento es más parecido al de un coyote que al de un perro, sería una irresponsabilidad darlo en adopción o mantenerlo en un refugio, comenta Ignacio March. La única solución para proteger todo un ecosistema es el sacrificio humanitario, que evita el sufrimiento animal mediante anestésicos, según los lineamientos de la Norma Oficial Mexicana NOM-033-ZOO-1995.

Además, se realizaron campañas de Tenencia Responsable, acción que Ignacio March considera de lo más importante, pues de nada serviría eliminar a los perros ferales de un lugar si se siguen abandonando mascotas o si se les deja vagar libremente.

Al fin y al cabo, el perro llegó a América y se quedó con el humano como compañero, pero sigue siendo un carnívoro exótico que puede depredar, competir y transmitir enfermedades a otras especies cuando se aleja del ser humano.

 

La biotecnológica mexicana Patia Biopharma desarrolló una prueba para evaluar el riesgo genético que tiene una persona de desarrollar diabetes tipo 2.

La prueba, llamada Diabetes Prevent, fue diseñada por un grupo de 15 de expertos del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), el Instituto Nacional de Medicina Genómica, así como del Broad Institute y Harvard Medical School en Boston.

Laureano Simón, director general de Patia Biopharma, detalló que la aplicación de la prueba es sencilla, rápida e indolora para el paciente, pues basta una toma de muestra de ADN del interior de la mejilla y obtener los resultados en 15 días.

Actualmente la prueba se realiza en clínicas especializadas en obesidad y diabetes, laboratorios clínicos y farmacias.

“El principal objetivo de Diabetes Prevent es detectar a las personas que están en mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2, con el fin de que tomen las acciones necesarias para evitar la enfermedad”, dijo en entrevista.

Expuso que además de la prueba y su respectivo análisis de laboratorio, el paciente también tiene acceso a una aplicación tecnológica que permite dar seguimiento y control a sus hábitos de alimentación y ejercicio.

“Se trata de la primera prueba genética que tiene una aplicación de seguimiento y control para estimular estos cambios positivos en los pacientes y hacerlos sostenibles en el tiempo”, agregó.

Laureano Simón especificó que en México la prueba se comercializa ya en clínicas especializadas en obesidad y diabetes, laboratorios clínicos y farmacias en un precio de 999 pesos, que incluye los gastos de análisis de laboratorio de la muestra.

No obstante, dijo que Patia Biopharma buscará que el uso de Diabetes Prevent se amplíe a través de instituciones de salud pública, a un precio de negociación que se adapte a los presupuestos gubernamentales.

El directivo agregó que la prueba también se comercializará en otros países, como Estados Unidos y España, donde el número de personas con diabetes va en aumento, aunque México será el mercado prioritario.

 

Fuente: canal44.com

La teoría de la panspermia sugiere que la vida pudo originarse en otro lugar del Universo y llegar a la Tierra en los meteoritos. No se sabe si fue así, pero parece difícil que unos microorganismos puedan sobrevivir al calor de la entrada en la atmósfera terrestre provocado por la fricción.

Sin embargo, algunos experimentos en los que lanzaban a gran velocidad objetos cargados con microbios sobre un blanco mostraron que era plausible que los microorganismos puedan sobrevivir al impacto.
En otros experimentos se ha demostrado que ciertas bacterias y líquenes pueden sobrevivir a las condiciones de vacío y radiación del espacio exterior durante periodos superiores a un año, sobre todo si aquellas forman biopelículas.

141126144150-largeUn estudio incluso afirmó que algunas bacterias habían sobrevivido a la desintegración e impacto de la lanzadera espacial Columbia.

Al poco de la formación del Sistema Solar se producían muchos impactos de meteoritos. Por encima de un tamaño dado estos impactos pueden extraer material de la superficie del planeta impactado que puede caer en otros lugares y planetas. Los modelos computacionales muestran que, si la vida se originó en la Tierra o Marte, algunos de estas rocas eyectadas por impactos de meteoritos y cargadas con vida debieron de caer en otros lugares del Sistema Solar. Así que el asunto es bastante sugerente.

Ahora se ha comprobado que el ADN puede sobrevivir a un viaje al espacio y sobrevivir a la reentrada en la atmósfera si esta es leve. Al menos es lo que se desprende de un experimento realizado en una misión a bordo de un cohete no tripulado.
No se usaron microorganismos en este experimento, sino solamente ADN. Con unas pipetas se repartieron unas muestras en forma de moléculas en forma de plásmidos de ADN bicaterario sobre unos tornillos de la cubierta exterior del cohete en donde va la carga de pago. Esta cubierta voló hasta el espacio y reentró en la atmósfera hasta caer al suelo.

Según este nuevo estudio, es concebible que el ADN pueda viajar a bordo de meteoritos y que sobreviva a su caída sobre un planeta, pues las condiciones soportadas por el cohete son “similares”, según los investigadores.

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Los sexos modernos aparecieron más o menos solapados, según dos estudios que publica la revista ‘Science’. Sus resultados proveen además un análisis más profundo sobre cómo las poblaciones humanas se dispersaron y evolucionaron alrededor del mundo.

El cromosoma ‘Y’ es específico de los varones, y su ADN puede rastrearse fácilmente a través de linajes masculinos. Por su parte, el ADN mitocondrial se hereda solo de la madre y se puede utilizar para trazar los linajes femeninos. En el primero de los dos trabajos se secuenciaron los genomas de 69 varones de nueve poblaciones distintas alrededor del mundo, documentando miles de mutaciones que han influenciado el cromosoma ‘Y’ a lo largo del tiempo.

“Hemos creado un mapa muy detallado de la secuenciación del cromosoma Y humano empleando la tecnología actual. Este mapa nos permite catalogar rápidamente la variación genética humana de los hombres de la muestra en todo el mundo”, explica Carlos Bustamante, de la Universidad de Stanford (EEUU) y coautor de una de las investigaciones.

Sus hallazgos muestran que el ancestro común más reciente con un cromosoma Y –también conocido como ‘MRCA’ masculino– apareció en el planeta hace entre 120.000 y 156.000 años. Las estimaciones anteriores para este ‘MRCA’ variaban entre 50.000 y 115.000 años atrás. Al aplicar las mismas técnicas analíticas al ADN mitocondrial, los investigadores también calcularon que las mitocondrias y el linaje materno moderno se originaron en algún momento entre hace 99.000 y 148.000 años.

Bustamante explica además que se puede usar este mapa de la secuenciación del cromosoma ‘Y’ humano para generar un “reloj” muy bien calibrado de los principales acontecimientos hasta la fecha de la historia demográfica humana. “Por ejemplo, hemos sido capaces de diferenciar tres linajes antiguos que se dividen hace cerca de 40.000 años, con una alta precisión”.

El otro estudio, liderado por Paolo Francalacci de la Universidad de Sassari (Italia) describe el análisis genético de 1.204 hombres de la isla de Cerdeña. Estos investigadores identificaron miles de mutaciones del cromosoma ‘Y’ a través de esta población –6.751 nunca antes documentados– y sugieren que los linajes paternos humanos se fusionaron hace entre 180.000 y 200.000 años. “Creemos que sigue existiendo una gran cantidad de variación genética dentro de África que aún tenemos que caracterizar”, añade Bustamante.

Tomados en su conjunto, los hallazgos sugieren que el cromosoma ‘Y’ o ‘Adán’ no apareció en el planeta significativamente más tarde que la ‘Eva’ mitocondrial, como aseguraban estudios previos.

elmundo.es.

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